domingo, 8 de enero de 2012

La risa es el sol que ahuyenta el invierno del rostro humano. Victor Hugo

“Nació con el supremo don de la risa
y con la sensación de que el mundo
está loco” Rafael Sabatini, Scaramouche

En primer lugar cabe catalogar a la risa como una expresión, como una manifestación gestual de felicidad. Complacencia ante el deseo satisfecho, ante la plenitud. Cualquier madre sabe que la primera risa del recién nacidosurge tras haberse saciado. El niño abandona el pecho, cierra los ojos, muestra una cara beatífica y sonríe. Cuatro meses más tarde descubrirá que risa y llanto son sus dos formas fundamentales de comunicación.
Un nuevo aspecto ha surgido en la exposición anterior: relajación.
La risa no sólo es expresión gestual de la felicidad,
es también un mecanismo rápido de descompresión emocional.
La tensión generada por cualquier tipo de sensación
o sentimiento adverso: miedo, ira, angustia, dolor,
etc. se vacía de contenido y se resuelve en la risa. Nada tan sano e higiénico como reírse tanto en sus aspectos fisiológicos
como bioquímicos. Sin entrar en descripciones que no son
al caso, la risa actúa sobre múltiples sistemas: relajación
muscular, equilibración cardiovascular,
regulación tróficohormonal, actuación sobre el sistema neurovegetativo,

Pero, ¿qué sucede cuando la consecución de un deseo está
vedada por una norma social que la impide? La adecuación
del principio de placer al principio de realidad es sin
duda, el mecanismo adecuado. Pero esa adecuación no se
consigue sin gasto. La negación del placer primario trae
consigo una tensión emocional que hace inexcusable un
mecanismo de descarga, una sublimación, un vaciamiento
de contenido que elimine la angustia. Bien es cierto que el
simple quebrantamiento del tabú sería mucho más directo.
Pero tal actuación –que tiene lugar en individuos asociales
o aquejados de fuertes patologías– entraña el peor de
los riesgos: la marginación social temporal o definitiva.
A cambio, la descompresión emocional provocada por
diversos mecanismos: la risa, la sublimación ideológica o
afectiva, el éxtasis religioso, etc., resuelve el problema en
sus justos términos: elimina momentáneamente la pulsión
y nos retrotrae al momento inicial sin provocar una ruptura
individuo-sociedad.
En el caso del humor el mecanismo es bien
claro: ruptura de la norma (colocándose momentáneamente
extramuros de la normativa social) –descompresión
en la risa– reaceptación de la norma y,
por ende, reingreso en la órbita social. Este bascular del humor,
estatemporalidad, da lugar a que la dimensión de la ruptura se
traduzca en dos características tan dispares como complementarias:
cuanto más se profundice en el quebrantamiento
de la norma, el humor será más ácido, más corrosivo
y, por tanto, más socialmente inaceptable, pero también
más hilarante, aunque únicamente para aquellos que, por
razones diversas, estén disconformes con el orden social en
mayor o menor grado. Y he aquí una nueva característica
del humor, su subjetividad, aunque no referida al emisor
sino al receptor. Lo que tiene gracia para unos no lo tiene
para otros; es más, puede constituir una ofensa tanto a su
personalidad como a sus convicciones
Pero no cabe la exageración. La ruptura individuo-sociedad
no es algo elaborado y consciente. Tiene mucho de
mecanismo surgido del inconsciente. Freud equiparó –muy
acertadamente– el mecanismo liberalizador de la risa con
el de los sueños, en el cual, la represión desaparece, aniquilándose
en una representación más o menos críptica.
La risa y el sueño serían entonces la recuperación de la
libertad prístina en un proceso orgiástico de desalienación.

En la medida en que la historia del hombre, de la sociedad
humana, es la historia de sus represiones en aras de la
sociabilidad, el contrato social es sin duda la alienación de
buena parte de la libertad, mucho más que de unos hipotéticos
derechos inscritos en un cielo ininteligible e inescrutable.
La renuncia que comienza con la aceptación del
tótem y la normativa del tabú se extiende rápidamente a
cualquier actividad humana integrada en un marco social.
No se trata de renunciar tan sólo al crimen, el canibalismo
y la actividad sexual indiscriminada como apuntaba Freud.
Todo, absolutamente todo, queda reglado en el marco tácito
del contrato. Y esa renuncia impuesta empieza desde
la cuna y conoce ya, desde sus orígenes, sus diferentes
mecanismos de trasgresión en forma de carcajadas.


"Nada vale más que la risa y el desprecio. Es fuerza reir,
y abandonarse, ser cruel y ligero.
La tragedia es lo más ridículo que tiene el hombre
pero estoy segura, de que los animales, aunque sufren,
no exiben su pena en teatros abiertos, ni cerrados (los hogares).
Y su dolor es más cierto que cualquier imagen
que pueda cada hombre representar o sentir como dolorosa."

CHISTE

Mulla Nasrudin, el idiota sabio, pierde su asno, que sin duda huyó hacia los cerros vecinos. En lugar de irlo a buscar, recorre toda la aldea gritando:
- ¡Loado sea Alah! ¡Gracias a Alah!
-¡Es increíble – le dicen-, perdiste a tu burro y le das gracias a Dios!
-¡Compréndanme bien! No le agradezco a Alah porque el asno se perdió. Le agradezco porque cuando se perdió yo no estaba montado en él.

CONCIENCIA.

El asno es nuestra parte animal. A veces, para satisfacerlo, nos emborrachamos. Eso nos sirve de excusa: “Gracias a Dios, hice aquello pero no era yo”. Eliminamos una parte de nosotros mismos declarando que el culpable es el asno. Lo nos permite, a veces, sumergirnos en una promiscua aventura sexual ( o de cualquier otra índole prohibida) pidiendo que después nos perdonen , si somos descubiertos, porque nos poseyó una locura que nada tiene que ver con lo que en realidad somos… Se puede aplicar también este chiste a la vida espiritual, viendo a Nasrudin no como un idiota sino como un sabio. Tú, lector, concéntrate: deja hablar a tu niño y pregúntate “¿Amo la vida? ¿Y si la amo, por qué?”. Puedes responderte: “No se claramente por qué, pero amo a la vida”. ¿Estás seguro que tú amas la vida y no que la vida te ama? Un pantano no es consciente cuando produce un loto. Si el barro se dijera: “¡Me voy a preparar para crear un loto!”, nunca produciría esa bella planta florida. Pero si se entrega simplemente a su naturaleza, sin interrogarse, sin querer saber, ni controlar, ni dirigir, sino siendo lo que es, su fuerza vital producirá la flor blanca. Nadie se puede preparar para crear: la creación se hace a través de nosotros y obedece a cosas mas vastas que la inteligencia personal.
En este caso, el burro del chiste va hacia los cerros porque es ahí donde realizará mejor una vida libre, y Nasrudin, un ser consciente, felicita a su ser esencial por haberlo hecho dejar libre a su burro, sin desviarlo de su sana satisfacción. La satisfacción verdadera del ego, es dejar la cárcel del intelecto para unirse a la totalidad sublime e infinita.

Alejandro Jodorowsky

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